El viento se fractura
y se desprende de la carne,
la sombra de la sangre.
Entonces puede vislumbrase
la ceniza de los huesos,
al abandonarse la piel,
y la transparencia del tiempo,
al permanecer en el verso.
Renunciaste a lo exiguo
para engañar a la jaula,
expandiendo la palabra
sin dialéctica en la médula.
Y el soneto...
permanece perpetuo,
imperecedero y sublime
en la dirección trazada
por tus labios de vida,
por tu tez de trova
y la hoguera de tu savia.
Eres poesía en tu rúbrica,
eres audaz, amante...Poeta.
y se desprende de la carne,
la sombra de la sangre.
Entonces puede vislumbrase
la ceniza de los huesos,
al abandonarse la piel,
y la transparencia del tiempo,
al permanecer en el verso.
Renunciaste a lo exiguo
para engañar a la jaula,
expandiendo la palabra
sin dialéctica en la médula.
Y el soneto...
permanece perpetuo,
imperecedero y sublime
en la dirección trazada
por tus labios de vida,
por tu tez de trova
y la hoguera de tu savia.
Eres poesía en tu rúbrica,
eres audaz, amante...Poeta.
2 comentarios:
Solo un poeta siente y observa todo aquello. Solo un poeta tiene ojos en los huesos y en la piel.
Abrazos.
Y siente hasta la médula, aún sin huesos y sin piel. Gracias por tu comentario, Taty. Abrazos
Publicar un comentario