Le pregunto a mi memoria,
lo mismo que recuerda la tuya.
Unos labios frescos, alcanzan
la hendidura que mordisquea
la frescura de otra apariencia,
esbozada en carne dúctil y tibia.
Se dibuja la tersura de una piel,
que se late en la superficie de la otra
y es, en aquel instante imposible,
en que el aire percibe en silencio,
el bramido intenso de los vientos.
Sombra desnuda y figura,
océano y costa, ola y bahía
se suplementan y convergen,
las sustancias se descubren, se anidan,
una se arquea, la otra se proyecta,
se abren, se recrean, se consumen
y se dicen una, al reconocerse
en la humedad de cada aliento.
lo mismo que recuerda la tuya.
Unos labios frescos, alcanzan
la hendidura que mordisquea
la frescura de otra apariencia,
esbozada en carne dúctil y tibia.
Se dibuja la tersura de una piel,
que se late en la superficie de la otra
y es, en aquel instante imposible,
en que el aire percibe en silencio,
el bramido intenso de los vientos.
Sombra desnuda y figura,
océano y costa, ola y bahía
se suplementan y convergen,
las sustancias se descubren, se anidan,
una se arquea, la otra se proyecta,
se abren, se recrean, se consumen
y se dicen una, al reconocerse
en la humedad de cada aliento.
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