Vida
















Desde los árboles de tu conciencia
y en el silencio de tus oquedades,
vives el idioma del conocimiento.
Allí los vocablos no tienen sonido,
no pueden reflejar su sombra
pero pueden renacer lo muerto.
Absorbiste un veneno letal
que se transformó en savia,
y logró ensanchar lo estrecho.
Respiras la forma de tus nervaduras,
sin pronunciar ninguna palabra,
porque no existe un dialecto.






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